jueves, 9 de febrero de 2017

PERU Capitulo 5: BUSQUEDA FRENETICA

A eso de las 20 hs, luego de una ducha reparadora y el envió sucesivo de mensajes festivos por celular, salimos contentos para pasar la nochebuena en esta, por ahora desconocida Lima. Caminamos por sus calles buscando algún sitio abierto por San Miguel. Los pocos que quedaban cerraban a las apuradas y la gente parecía evaporarse de las veredas otrora recorridas por una multitud.
Fuimos a uno, dos, tres, cuatro, cinco opciones y nada de nada. Una hora después, veía cada vez mas cercano el cenar pan y fiambre en el hotel o acaso ni eso, ya que no existían lugares donde comprar. Antes de salir en esta aventura, un amigo me había mencionado lo difícil que es llegar a la capital de Perú en semejante fecha y conseguir cenar...por desgracia, no le creí. 
Jugados por jugados, una persona nos dijo que tal vez en Barranco, otro distrito famoso por su variedad gastronómica y sus shows callejeros podríamos conseguir algo. Tomamos un taxi previo regateo y viajamos en la cerrada noche con rumbo incierto. Una especie de Ruta Panamericana, lindante con una gigantesca pared de tierra a un lado y el océano al otro nos acompaño hasta el destino. La vista con luz debería ser increíble, aunque ya entrada la noche igual se disfrutaba.
El chófer, apurado por llegar a su hogar, nos dejo en una pequeña plaza, donde un imitador de Michael Jackson, bastante malo por cierto, actuaba frente a 5 turistas aburridos. Alrededor de ese oasis en la zona hay infinidad de restaurantes..aunque todas estaban cerrados.
El tiempo escaseaba y nosotros seguíamos dando vueltas. Recorrimos las cuadras aledañas con escaso resultado. Un portero de un sitio de comida tradicional nos invito a pasar aunque cerraba las 22 hs. Ya vencidos, descubrimos otro que prometía infinidad de platos y un horario mas amplio, hasta las 23 hs. Era la única opción así que la tomamos. Pensamos que si tenia bastantes comensales no nos iban a apurar.
El salón grande invitaba a disfrutar de una buena noche. Pedimos la carta y elegimos los platos para saborear la famosa cocina peruana. Por dios! Papa a la Huancaina, lomo saltado, anticuchos, etc eran los manjares que ofrecían. Se nos hacia agua la boca. Llamamos al mozo para ordenar. 


_ Buenas noches, nos gustaría para comenzar este riquísimo plato....
_ Disculpe pero esto no hay, esto tampoco, ni esto_ nos abofeteo el empleado.
Con el mejor humor, volvimos a elegir otras excelentes opciones para disfrutar una apacible cena festiva. 
_ Disculpe pero esto no hay, esto tampoco, ni esto_ nos volvió a golpear el empleado.
Nuestro alegría estaba mutando lo mismo que nuestro rostro.
_ Nos podes informar que hay disponible de la carta?_ preguntamos con cara de pocos amigos.
_ Y....mire...hay parrillada...y...nada mas_susurro tímidamente el camarero.
Respiremos hondo y aceptamos. Total...era la única opción.
Al rato nos trajeron los platos. Pollo, 2 anticuchos de corazón que es como un brochette, chorizos símil salchichas en dos variedades, algo que no se que era que no me gusto, dos pedazos de carne, una porción generosa de ensalada, una de papas fritas, otra de bananas fritas y una de arroz chaufa....una verdadera exageración por la cantidad!!!! Todo esto mas una inca Cola.



En este país la gente come muy bien.
Por un precio módico comimos como dioses, pero nos había sobrado mas de la mitad. EL Postre no existía y faltaba mas de una hora y media para las 12. Era obvio que cuanto mas tarde nos retiráramos mas nos costaría regresar al hotel asi que aunque pensábamos quedarnos, el punto de la escasa onda del sitio nos empujaba a retornar. Tomamos otro taxi y a la media hora ya estábamos en nuestra habitación. Intentamos saludar a los abuelos por el teléfono, pero la pésima velocidad de Internet lo hacia imposible. Observamos la ventana y en la calle solo quedaban dos policías turísticos, apoyados en su patrulla. Era una imagen triste que no sumaba a la nuestra, encerrados en tan lejano lugar.
Al otro día partíamos temprano a Puerto Maldonado, así que casi sin pensarlo cerramos los ojos para finalizar la jornada.

PERU Capitulo 4: RATATOUILLE

Para aquellos que viven o conocen la Capital Federal en Argentina, diria que San Miguel en Lima Peru es una mezcla de los barrios de Caballito y Almagro, con una avenida similar a la Rivadavia pero mas ancha. Lo primero que nos llamo la atención es que en Perú la comida es como una religión, hay gran variedad. Se come mucho, se come bien. Por cuadra diría que el 80% era restaurantes. Los hay chinos, peruanos, mexicanos, de pizza, de postres, etc. Esto es el paraíso del gordo!! Entramos a un pequeño local tipo garaje el cual ofrecía un menú con primer plato, segundo y un refresco a 10 soles o 3 dolares. Nos atendió una nena que apenas si emitía palabra. Por lo que se suponía debían ofrecer porciones generosas pero no nos terminamos de decidir. Salimos y dimos mil vueltas buscando mas opciones, aunque las rechazábamos una y otra vez. Eso es lo malo de ser 3 personas jaja. Ya cansados, terminamos en uno fusión peruana asiática. Menú a 15 soles con una cantidad de comida que diría exagerada. Tomamos la famosa inca cola, una bebida dulzona del cual nos hicimos adictos. 


El lugar era bastante feo pero la comida estaba de 10. La atención dejaba que desear, por ejemplo la moza parecía mas preocupada en contar chistes a su compañera de trabajo que en atender. La dueña del local no decía nada, solo la miraba atentamente. Nos quedamos como una hora y media para luego continuar nuestro recorrido.


Aquí la gente come rápido. No esta la famosa sobremesa, almuerzan y se van, aunque al ser un día laborable esto podía influir. De hecho calculo que fuimos los que mas duramos en el establecimiento, pero la pinta de turista nos convertía en una divertida curiosidad.
Ya con la panza llena, como era una noche especial y no teníamos ropa, nada mejor que adquirir alguna oferta en el Shopping de la zona. Fuimos a uno llamado Metro que estallaba de gente. No se podía caminar. Los locales no daban a vasto. Todo era un caos. Para adquirir dos prendas demoramos como 5 horas. Igualmente, confirmamos que las mejores marcas llegan por estos pagos, no así por nuestra amada argentina. Ademas, los precios no eran exagerados, lo cual era un éxito inmediato de ventas para los comerciantes. 



Agotados, regresamos caminado al hotel para descansar un rato antes de salir a recibir la noche buena Limeña que iba a ser inolvidable.

viernes, 3 de febrero de 2017

PERU Capitulo 3: HOTEL TRANSILVANIA

Llegamos a Lima luego de un vuelo muy tranquilo. Tramites migratorios igual de rápido que en Argentina con la diferencia que expiden un papel al cual le adosan un sello. Retiramos las mochilas que por suerte llegaron sanas y salvas y salimos a la aventura. 
Como es mi costumbre no habíamos reservado absolutamente nada. El riesgo era que al ser 24 de diciembre todo estaba colapsado. La primera idea era ir al centro, pero no tarde en enterarme que las calles desbordaban de autos. Ese recorrido demandaría 3 hs, opción que no nos agradaba. Mejor salíamos del aeropuerto y decidíamos. Cambie lo mínimo de dinero y recorrimos el hall rumbo a la vereda. En ese corto trayecto hay infinidad de chóferes de remises o taxis que nos abordan para que los elijas con la excusa de que son oficiales. La seguridad cuesta, en este caso 60 soles o mas o menos 18 dolares. Un robo! Luego me daria cuenta que un viaje sale de 20 a 25 soles o sea 7 dolares, esto dependiendo el destino.
Igual que en Bolivia los taxis no tienen reloj. Uno pregunta cuanto sale a destino y oferta según lo que responde el conductor. A veces se consiguen rebajas sustanciosas, pero para el recién llegado esto es imposible de hacer. Otra cosa complicada es el acento. El conductor en pocos segundos se da cuenta que uno es argentino, a veces esto le causa simpatía y en otra no. La solución es hablar poco.
Tomamos uno que supuestamente nos llevaba al caso histórico por lo cual cobro los famosos 60 soles, pero a la media hora del atascado trayecto decidió sugerirnos parar en San Miguel, un populoso barrio de Lima, donde desborda la oferta gastronómica y de hoteles. Entre las ganas de llegar y la demora que parecía haber aceptamos. Caímos en Melodía, un hotel medio pelo, donde el conductor desplegó supuestas influencias para conseguir una exagerada rebaja. Todo parecía muy falso, pero como era una sola noche no nos hicimos problemas.
El lugar desde afuera parece una casona antigua con bastantes pisos. Una reja lo separa de la calle. La recepcionista es una cincuentona a la cual la simpatía se le extravió en la primaria. La habitación estaba bien. Su ventana tenia una alegre vista de la ruidosa avenida.
Dejamos las cosas y salimos a caminar, como buen turista que se precie.
Plazas muy grandes, Shoppings de todos tamaños, tiendas por doquier y principalmente restaurantes, matizaban el ambiente. Dimos unas vueltas por un parque. Extrañamente faltaban los clásicos perros correteando aunque si había unos de cemento que cumplían la función de tachos de basura. Un detalle pintoresco. 




Otra cosa digna de mención, es la infinidad de agentes de transito que se multiplican en las esquinas. Al son de un molesto silbato intentan ordenar el caos vehicular, que sin lugar a dudas es mucho menor que en Bolivia, lugar que recorrimos el año pasado.  

Encontramos en nuestro recorrido un extraño lugar de masajes, en cual algunas personas parecían relajarse al son de una música soporífera. El asunto era recostarse sobre un sillón. Obviamente probamos. Se ponía una moneda y el inerte cobraba vida, estrujando la cabeza del cliente y las piernas de manera incomoda con un raro mecanismo. No me gusto en absoluto, pero me banque los dos minutos en esa silla eléctrica. Salí mas contracturado que antes y con mas hambre.